Si algo he aprendido durante estos últimos 40 años de escenarios, es que el público familiar es el menos homogéneo de todos. Cada día es diferente, reacciona de una manera imprevisible, se ríe allí donde otro no lo hace, aplaude entusiasmado en escenas que jamás sospecharías,..
Pero hay algo que resulta invariable, es idéntico aquí y allá, en el hemisferio norte o en el sur, en Europa o en Sudamérica, la espontaneidad de los niños y niñas cuando escuchas mis historias o canciones.
Posiblemente los premios de reconocimiento profesional me ayudan a trabajar e investigar constantemente nuevas fórmulas para contar al público aquello que quiero comunicar, pero el verdadero premio es ver como se llenan los teatros, ver el cartel «Localidades agotadas» y la impaciencia por entrar en la sala.
Por todo ello elegí hacerme músico y actor y me haría muy feliz encontrarte en la platea ( o en la plaza) compartiendo conmigo historias y canciones hechas a mano, sin prisas y con toda el alma puesta en ellas.
¿Qué te parece?….¿Quedamos un día?